14 mar 2012

“Arrejoladitos”

En Sinaloa existe una palma que todo el mundo conoce, si, una que la acompaña un sauce.

Hoy conocí una palabra, me lo dijiste tú, arrejolada a mí y en ese instante no me intereso, me gusto sentirla untada por la piel, pero no tuvo importancia, quizás no la entendí.

“Arrejoladitos” dijiste. Como las raíces de los arboles al suelo. ¿No es arrebolados? Pregunte en afán de corregirte. Arrebolados es lo frondoso del árbol sus hojas su verdor, un campo arrebolado. Arrejolados es sin en cambio esa fuerza enmarañada que tienen los arboles viejos en sus raíces, incrustadas al suelo, entre la tierra, como si escavasen sin sentido hasta el fondo, a lo más profundo, ahí donde está la humedad del centro. Y entonces lo entendí tal vez porque me lo dijiste con la caricia de tu mano en mi cuello y con la voz entrecortada y a mi, me gusta escucharte así sin aliento. Sin aliento y “arrejoladitos” en mi cama.

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